Me resisto a pasar por esta noticia sin detenerme. Nos llega tanta información que no hay lugar para el espanto. A una masacre se le superpone otra y así. Aún con escalofríos como media Europa por el relatro de los horrores de Amestetten , me paré ante la tragedia de esta familia palestina.
En un momento, zas, de un serruchazo, media familia aniquilada. Busco en Google el nombre de la localidad donde cuatro niños y su madre fueron asesinados este lunes por la mañana mientras desayunaban. Pongo Beit Hanun, que está en Gaza, y me sale otra masacre ocurrida en noviembre de 2006.
Sigo buscando: en junio de 2004 ABC publica que la ciudad pide socorro entre muertos y sin luz ni agua, tras trece días de asedio. En otra página, en la que no soy capaz de identificar el año, leo «El Ejército israelí abandona Beit Hanun tras una semana de ofensiva y 56 palestinos muertos»
Después me voy a las noticias más leídas en algunos periódicos digitales. La información más pinchada por los lectores de El Clarín de Buenos Aires es la historia de una niña sin rostro. Éste periódico tiene en el momento que escribo este texto la información sobre las muertes de Gaza en un lugar destacado, pero no aparece entre las diez más vistas.
En El País, la predilecta de los internautas es la confesión de Fritzl Tampoco aquí están los niños de Beit Hanun entre los diez temas con más click de ratón.
En este momento en ABC.es (las 22.24 horas del lunes) las dos noticias más leídas tienen relación con el monstruo de Amestetten, la tercera explica que Enrique Ponce y Paloma Cuevas ya son padres; la cuarta más vista en este portal va de «Hannah Montana» y la cuarta y última del listado se titula «La condesa está triste ¿qué no tendrá?
Regreso a Beit Hanun,, vuelvo a mirar los cuerpecitos de los niños envueltos en sus sudarios verdes y me parece que están más solos que hace un rato.
antonieta patateta
Escalofriante leer tus palabras y concluir que tienes razón. No nos importa la muerte de personas de paises en guerra, tampoco la de paises con hambrunas…infelizmente la desgracia cotidiana en lugares sin glamour, no nos interesa. Cuando las calamidades son rutinarias carecen de ese atractivo que bien despierta la curiosidad o el morbo. Todo se globaliza menos el dolor, el dolor de tantas familias destrozadas en los paises en guerras no nos llega. Esquivamos ese dolor porque induce a pensar, recapacitar, quizás a cambiar. Es el efecto que debería tener el dolor profundo. En el otro extremo, el dolor frívolo, el que provoca un «!ay que pena!» no araña la conciencia y nos permite seguir hojeando el «Pola» en la peluquería.
Tu artículo me ha reavivado la conciencia. Gracias.
Ángeles Arencibia
No hay de qué, Antonieta
Sara Freyer Segura
Desgraciadamente, vivimos una época en la que parece que solo a unos pocos importa estas escalofriantes circunstancias por las que atraviesan seres humanos como nosotros cada día. Pareciera que por suceder en paises de cultura distinta a la nuestra, no tuviera el dolor y el sufrimiento el mismo valor.
Aplaudo el que periodistas como tú, nos permita no ser indiferentes , haciéndonos reflexionar cada día.
Muchas gracias.