Inercia toponímica

Los vecinos de Las Palmas de Gran Canaria todavía distinguimos entre Las Palmas y el Puerto. Nosotros vamos a Las Palmas o al Puerto sin salir de la misma ciudad.

Así, vamos a Las Palmas estando en Las Palmas, redundancia que causa extrañeza a los foráneos: “Pero, ¿cómo? ¿no estamos ya en Las Palmas?” -inquiere el peninsular. “No” –contestamos como si habláramos con Perogrullo-, “ahora estamos en el Puerto”.

Esto de vivir en el Puerto o en Las Palmas viene de los tiempos de maricastaña, de cuando uno y otra eran núcleos separados por los arenales y, en efecto, había una diferencia.

Ambos extremos crecieron y se fusionaron, pero los vecinos

seguimos diciendo –y ya hace un siglo de aquello- que si uno es del Puerto o es de Las Palmas.

Es verdad que sigue habiendo un algo que los distingue. Sobre todo por la playa, pues coger la guagua a Las Canteras para darse un baño es como irse un par de horas de vacaciones, entre capa y capa del día a día. Lujos de ciudad isleña.

El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria acaba de impulsar una consulta entre los vecinos del Puerto –aunque creo que podían participar también los de Las Palmas- para decidir si la calle de Juan Rejón (conquistador de Gran Canaria) debía cambiar su nombre por el tradicional de “la carretera”.

Ha ganado “la carretera” por escaso margen  (429 votos a favor; 393 en contra) e imagino que ahora se procederá a cambiar los rótulos, las direcciones, las tarjetas de visita, las páginas web, los mapas de internet …

Durante años a la calle Primero de Mayo la seguimos llamando General Franco, no por nostalgia, sino para entendernos. Como me temo que ocurrirá con Juan Rejón. Es la inercia toponímica.