«Derramada». Así me dijo que se había quedado sobre la silla. La expresión con la que mi amiga quería hacerme ver lo cansada que estaba, me pareció un hallazgo genial.
Una mujer derramada, más si es conocida, no es un panorama frecuente. Se derraman los colacaos, pero no las mujeres de cuarenta y tantos.
Me la imaginé desbordando los límites de la silla donde se había posado, toda desparramada ella. Y me acordé de los relojes de Dalí.
Antes de ver a mi amiga en ese estado, había pasado por el centro de salud, un lugar tragicómico como José Luis López Vázquez, cuya pérdida lamenta media España o más bien España entera.
Un centro de salud es un sitio muy serio, porque allí se va a tratar el asunto más serio que puede tener uno, que es la salud propia o familiar, pero hay veces que te entretienes.
Yo esperaba mi turno leyendo un periódico. En concreto, estaba enfrascada en una información de Público sobre Rodrígo Rato, Caja Madrid y Aguirre.
Entonces llegó una señora mayor con bastón, se sentó a mi lado, preguntó si don fulanito estaba pasando consulta y … metió la cabeza en mi periódico.
Tanto la metió que tuve que mirarla a ver si se daba por aludida. En lugar de eso, me preguntó si el de la foto de mi periódico era Rodrigo Rato; le dije que sí, porque soy una persona que se precia de tener educación.
A ella le pareció que el de la foto no podía ser Rato, que estaba muy viejo. Me armé de paciencia y le aseguré que sí, que era él … Ella metió un poco más la cabeza hasta casi taparme la visión del artículo que estaba leyendo con su cogote y concluyó que sí, que era él. Me pareció que lo asumía como una derrota.
Después me preguntó que si no me parecía que había sido guapo, le dije que no, ya un poco derramada como mi amiga. Es más: creo que le hubiera dicho que no me parecía guapo, aunque hubiera sido el mismísimo Paul Newman redivivo, sólo por no ceder más terreno ante aquella señora que me empezaba a dar miedo.
«A mí, sí me gustaba», me dijo, «era tan hombre», agregó con un suspiro.
La mujer derramada y el hombre hombre
Publicado en: actualidad, en primera persona
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ANTONIETA PATATETA
veo que vuelves a tu genial estilo, no te derrames más
ELIA
¡¡¡ME ENCANTA !!!!
Yo me desparramo a menudo pero nunca me habia derramado y me gusta muchisimo.Si es tal cual los relojes de Dali que estan super-desparramados u super-derramados , flojitos , blandengues , adquieren la forma de donde se depositan.
Esta claro que la señora necesitaba conversacion y tu que eres tan encantadora debias de habersela dado y comentar con ella tu periodico pues para eso estan las salas de espera de los centros de salud.¡¡¡VAMOS HOMBRE!!!
Ángeles Arencibia
Muchas gracias por los piropos. qué buenas que son.
emma
jajajajjajajaja genial