¿Quién sabe a dónde nos llevará la tecnología? Yo ahora echo de menos un dispositivo capaz de llevar lo que pienso directamente al ordenador, sin necesidad de que lo abra, lo encienda, teclee, corrija… y piense las cosas dos veces.
Así, a lo mejor, mi suegra sabría cuántas veces me acuerdo de ella, porque la quiero mucho. Pensaba esta tarde en esto mientras recogía la cocina con la música de un radiocasete a todo volumen.
¡Ah! ¡Un radiocasete! ¡Espanto, mofa y befa de la modernidad!
Si sirve de disculpa diré que era un radiocasete, pero yo estaba escuchando un CD, que es algo así como el paso intermedio entre el vinilo y el casete y el MP3 y …. ¡el pirateo! Y ahí quería yo llegar.
Pero antes, un inciso: Escuchaba «Grandes éxitos» de Aute, un autor por el que tengo una especial predilección. A mi suegra le gusta mucho Aute y así todo está relacionado.
La música no sólo es música en sí misma, sino también es lo que le quedó prendido aquella vez que la escuchaste. Y la música no sólo es lo que te rodeó entonces, también puede ser la foto de lo que eras entonces. Y eso es lo que me pasa a mí con Aute, que me permite reencontrarme con esa mujer que fui hace 25 años.
La música -y esto lo dice una mujer sin oído- es algo maravilloso. Pero está en peligro, como otras cosas que han sido arrolladas por la avalancha tecnológica, como Mubarak. Pero esa es una de las tantas partes buenas de la tercera dimensión.
(Esta es una de mis canciones preferidas de Aute,pero me lo he pensado mucho antes de pegarla aquí. ¿Le llegará al autor un tanto de lo que tu y yo escuchamos?)
La tercera dimensión
Publicado en: en primera persona
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ELIA
Pues como la tecnologia aun no ha llegado a tu suegra , a la cual yo tambien quiero mucho , le hare de mensajera de tu escrito para que lo saboree y se de por aludida.
Ruymán
Ángeles, aunque comparto tu reflexión acerca de lo maravillosa que es la música, lo que nos transmite y su capacidad de trasladarnos a diversos momentos de nuestra vida (y te lo dice alguien que también carece de oído), no creo que los avances tecnológicos amenacen en absoluto la supervivencia de la música. Al contrario, la han democratizado.
Gracias a los formatos digitales y a la difusión de la música por Internet, hoy es posible acceder a todo tipo de grupos y cantantes de los que, con los soportes y formatos clásicos, jamás habríamos tenido conocimiento. Internet ha supuesto una increíble herramienta de promoción para muchísimos autores «alternativos», que ahora pueden vivir de su música. Nunca como ahora ha habido tanta cantidad de conciertos, que son el momento y el lugar en el que la música se vive con mayor intensidad.
No defiendo la mal llamada piratería ni el gratis total. En la Red existen fórmulas para escuchar música de forma legal. Spotify es uno de los ejemplos más claros de ello. Solo digo que lo que está en crisis es el modelo tradicional de distribución, en el que unos intermediarios controlan de forma piramidal el mercado y deciden qué música tenemos que escuchar y a qué precio (por ejemplo, pagar por doce canciones cuando a mí solo me interesan una o dos).
No nos engañemos. Lo que está en crisis no es la música, es el modelo de negocio que se nutre de ella. Tras la invención de la imprenta los amanuenses acabaron por desaparecer. Sin embargo, la literatura experimentó el mayor desarrollo de su Historia. Cuanto antes se den cuenta las discográficas de que esto está a punto de repetirse y, por mucho que intenten impedirlo, no hay marcha atrás, antes podrán reinventarse. Si no, acabarán desapareciendo. Como los amanuenses.
Saludos y perdón por extenderme tanto.
Pd: El vídeo de Aute que enlazas tiene publicidad, así que según las condiciones de Google, parte de los ingresos que genere van a parar a las cuentas de la discográfica. Si algo le llega a Aute, lo desconozco. Por cierto, hace un par de años lo escuché cantar ‘Al alba’ a capela en directo y aún se me ponen los pelos de punta cuando lo recuerdo.
Ángeles Arencibia
Ruymán, tu comentario es más interesante que el poste que comentas. Gracias.
Ángeles Arencibia
Gracias Elia.