Las pinzas alemanas

Esta mañana fui a la peluquería a hacerme una reparación. Fuí a la mía, a la que frecuento desde hace más de una década. Para muchas mujeres, la peluquería no es sólo un sitio donde ponerse el tinte. Una buena peluquería de barrio, de esas con solera, es además un lugar para el intercambio social, para escuchar confidencias o contarlas y para reirse un poco de los hombres, que también.
En la peluquería te miman y trabajan para que estés guapa, además te encuentras con otras como tú que están, como tú, disfrutando de esos escasos momentos que una tiene sólo para una misma. ¿Qué más se puede pedir? Esta mañana, como digo, estuve en la mía para una operación de mantenimiento. Ahora me las hago por partes para aprovechar mejor las rendijitas de tiempo que voy escamoteando a la rutina. Hoy una ceja, mañana otra…
Hoy tuve tiempo para las dos cejas y me reí con Candi -alma mater de la peluquería junto a su hermana María, eficientísimas profesionales y encantadoras amigas-, porque no encontraba sus pinzas. Tuve que esperar unos minutos mientras ella buscaba el instrumento. La verdad es que me escamó el hecho de que en una peluquería como aquella sólo tuvieran un par de pinzas, y así lo dije, como se dicen las cosas en las peluquerías, en voz alta para que te oigan. María confesó que se trataba de un efecto colateral de la crisis: Una peluquería, unas pinzas. Y yo me quedé conforme.
Al poco apareció Candi triunfante con las pinzas en la mano. Naturalmente, a esas alturas yo había comprendido ya que la explicación de que sólo tenían unas pinzas por la crisis había sido una broma, por lo que quise ver con mis propios ojos la razón de que aquel par fuera tan especial.groucho.jpg
Candi me las mostró, pero sin soltarlas, y me dijo que tenían más de 25 años. Eran alemanas y habían llegado a Gran Canaria procedentes de una feria. A brote pronto eran más estilizadas que las pinzas de toda la vida, como más Barbie (la muñeca) que Nancy (la otra muñeca). Me hundí en el lavacabezas para que Candi pudiera enfrentarse a unas cejas que ya quisiera para sí Groucho y me dejé llevar por la idea de que las pinzas con que me iban a depilar llevaban 25 años en activo.

2 Comentarios

  1. belushy
    | Responder

    Pues no habrán arrancado pelos ni ná… XD

  2. candi
    | Responder

    Gracias Angeles, de parte de mis pinzas y yo, por dedicarnos un ratito de tu tiempo. Veo que de cualquier cosa cotidiana se puede crear una pequeña historia, lo que hace falta es alguien que sepa contarla como tú.
    Gracias
    Mis pinzas y yo.

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