Entre los restos extraídos del Pozo de Llano de Las Brujas, en Arucas, fosa común a la que partidarios del bando franquista tiraron hacia 1937 al menos a 19 hombres, hay objetos personales. Ayer, cuando estuve en el laboratorio donde el equipo de Javier Velasco realiza el estudio antropológico, pude observar con detalle algunos de los pequeños objetos que aquellos hombres se llevaron a la tumba y que, en algunos casos, han aguantado con firmeza los 70 años que pasaron en las profundidades del pozo.
Estas cosas, prendas de vestir en su mayoría, guardan más mensajes para mí, que no soy arqueóloga, que los restos óseos que tanto dicen a los profesionales. Los objetos, aunque maltrechos, han conservado su apariencia y sugieren historias. El duro de plata, ¿quién sabe?, pudo ser entregado a la desesperada a uno de estos hombres, cuando fueron a buscarlo y aún no sabían que era para matarlo.
Hay una suela de zapato en la que se lee bien grande la palabra Tigre . No pensé que en los años 30, en la Gran Canaria rural, hubiera zapatos de marca. Ni que una dentadura postiza pudiera resistir tan bien el paso de más de medio siglo y reaparecer ahora, con sus dientes blancos y bien modelados. ¿Cuándo se encargó esta dentadura? ¿Quién la hizo ¿Cuánto costó? ¿Qué sintió su propietario al ponérsela por primera vez?
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Botones, trabillas metálicas de tirantes para sujetar el pantalón, tacones, jirones de ropa ennegrecidos y quebradizos y un gemelo de nácar. Cuando la arqueóloga Martha Alamón me mostró ayer esta pequeña pieza de orfebrería, pensé que debió ser un objeto valioso en aquella época y en aquel lugar.
El gemelo es de los de pie rígido, parece que fue dorado, salvo el botoncillo que es de nácar aunque está ennegrecido por el tiempo y le falta un pedazo. En el brazo conserva pequeños jirones de tejido. Probablemente del puño de la camisa, me dijo Martha.
Estábamos rodeados de grandes mesas cubiertas con los restos óseos de nueve individuos, pero a mí lo que me colocó en el lugar de la tragedia que habían sufrido aquellos hombres fue el gemelo de nácar. ¿Quién los compraría?, le dije a Martha. Y después seguí haciéndome preguntas: ¿una herencia? ¿un regalo de bodas que acabó en el fondo de una fosa común?
(En la foto de Fernando Ojeda, la parte superior del cráneo del individuo número 7. El orificio es de bala. Probablemente estaba de rodillas cuando le dispararon desde arriba. Después, cayó boca abajo en el pozo)
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Los gemelos de nácar
Publicado en: actualidad, guerra civil
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Lupe
Ay.
El cuerpito cortado para todo el día.
Cuinpar
Qué dureza…