Soy poco dada a adoptar esas novedades del lenguaje que por distintas razones se ponen de moda de forma periódica. El lenguaje es un objeto frágil que me pertenece a mí de la misma manera que a todos los demás hablantes. Es una propiedad común -como lo es el planeta-, que debemos cuidar entre todos.
Es como un club social, un lugar de trabajo, una playa, un parque, una comunidad de vecinos… Es un espacio compartido y lo bueno o lo malo que haga cualquiera de los copropietarios afecta a los demás.
Por eso me produce cierto sarpullido la cada vez más extendida costumbre de usar el masculino y el femenino -ambos-, cuando se habla de un grupo de personas formado por representantes de los dos sexos, en lugar del masculino que siempre los ha englobado a todos. Se trata, por cierto, de una costumbre en boga casi exclusivamente en el lenguaje público, no en el cotidiano. Ninguna de las personas con las que hablo en el trabajo, en la calle o en el super me dice mis hijas y mis hijos están bien, o mis hermanos y mis hermanas estuvieron en la comida con mis tíos y mis tías, en el restaurante donde nos sirvieron una docena de camareros y camareras.
Traigo este tema porque ayer recibimos en la redacción de Canarias7 un comunicado de uno de los departamentos del Gobierno de Canarias que comenté con una compañera. Ocupa dos folios y un tercio de otro y está escrito con mucho aire; es decir, entre los párrafos hay más de un espacio. Hasta en seis ocasiones se utiliza ambos géneros para nombrar a un colectivo: padres y madres, (tres veces) alumnos y alumnas, profesores y profesoras, directores y directoras e inspectores e inspectoras. En todos los casos, ambas palabras están escritas en negrita para que resalten sobre el resto del texto, lo que me ha facilitado la tarea. En todos los caso también, y esto me mosquea, el masculino se cita siempre antes que el femenino.
Entiendo la razón del nuevo uso: se trata de hacer visible a las mujeres y está muy bien explicado en este artículo publicado por el Instituto Vasco de la Mujer, el Emakunde. Reconozco la bondad del razonamiento, pero creo que en su desarrollo algunos se han equivocado y se han pasado de largo.
Puedo estar de acuerdo en la razón original del uso del los y las desde una perspectiva feminista, que la tengo; pero no desde el punto de vista de una admiradora de la lengua. Es un uso metido con forceps en las frases, a las que se les provoca un bulto en forma de pirámide cuando en el mismo hueco donde antes había una sola palabra, ahora se meten dos. Como no caben, la oración en lugar de seguir pacíficamente pegadita a su renglón, se empina por donde la fuerzan y termina dolorida y maltrecha.
Me dice una amiga experta en estas lides, destacada profesional y feminista, que lo mejor es usar genéricos: alumnado en vez de alumnas y alumnos. Yo propongo otra idea: y si usamos el femenino cuando hay mayoría de mujeres. Así en vez de hablar de los ministros de Zapatero o de los ministros y ministras de Zapatero; podríamos decir: las ministras de Zapatero, como término que englobe a todos ellos y todas ellas, ya que la mayoría son ellas.
Me parece que esta moda de los niños y las niñas, las madre y los padres, los maestros y las maestras, las vascas y los vascos, las diputadas y los diputados .. llega a rozar el ridículo cuando se usa como pose, porque es políticamente correcto y yo no quiero quedar mal. Me temo que algunos de los que la usan con afán de ser muy modernos se quedan sólo ahí, en el juego floral.
Mientras, algunas cosas no cambian: Cáritas ha dicho por año no sé cuantos consecutivo que la femenización de la pobreza es un hecho galopante. Pero siempre podemos decir las indigentes y los indigentes y así ellos y ellas se sentirán más considerados y consideradas, que de casa y comida ya hablamos otro día.
(Sobre este tema te recomiendo este magnífico artículo publicado en El País hace unas semanas)
(A esta foto de Morguefile, la podríamos titular Los galletos y las galletas)
Ruymán
Si lo hacen para hacer visibles a las mujeres, ¿no deberían utilizr el femenino antes que el masculino? Yo también estoy de acuerdo en que es mucho mejor para la salud de nuestra maltrecha lengua el uso de genéricos o, incluso perífrasis, cuando éstos no existan. Claro que eso requiere pensar. Lo que siempre será mejor que llegar al punto caricaturesco del lehendakari de «todos y todas los ciudadanos y ciudadanas vascos y vascas».
Saludos… y «saludas» 😉
Ruymán
¡Ah! y eso por no hablar del cada vez más extendido uso del «arrobismo», consistente en utilizar la arroba para referirse a los dos géneros («muchach@s» en lugar «muchachos/as» o, mucho mejor, «muchachada»). Eso sí que me pone los pelos como escarpias.
Ángeles Arencibia
Ruymán: Diáfano. En lo del arrobismo no había caído. Comparto lo que dices. Saludos.
antonieta patateta
Siempre entendí que la causa de que le plural se hiciera en masculino queriendo englobar al femenino de debía al tópico machista de que ¿cómo se va a insinuar femineidad en un hombre?, es decir nunca ha importado la pluralidad masculina inluyendo mujeres, porque la insinuación de la masculinidad en la mujer no importaba o, simplemente, era impensable. ¿Cómo se iba a vestir a un bebé niño de rosa? sin embargo una bebé siempre ha podido ir de azul.
Sin embargo toda esta traslación o no de masculino al femenino y viceversa ha dejado de tener sentido desde que nuestra sociedad ha madurado y lo de ser gay condiciona tanto como ser vegetariano, es decir «nada». Ahora se admite la ambigüedad sexual, el cambio de sexo, los matrimonios de todo tipo…con total naturalidad luego, ya lo de ser hombre o mujer no es tan importante.
POr eso creo que los plurales podrían ser inidistintamente femeninos o masculinos y, si hubiese que buscar criterio, el que tu propones de la mayoría, me parece perfecto y democrático. Será también una forma de comunicar más, se se hablase de las «ministras» del Gobierno español deberíamos entender, simplemente que hay mayoría de mujeres.
Ángeles Arencibia
Antonieta:… y dejar que el lenguaje evolucione de manera natural, como siempre ha sido….
carmela
La «paridad» linguística es un tema que desde hace años me pone de los «nervios». La coeducación nos hace «crear» un nuevo castellano reincidente. La utilización (política, bajo mi punto de vista) de los géneros en los discursos políticos es una forma de no dejarse atrás a nadie, pero a la vez hacer ver que somos modernos. Pero señores, que estamos destrozándo nuestra cultura, el castellano, uno de los idiomas mas ricos del mundo está siendo destruidos por tanto ignorante progre. Y, en estos momentos, fuera de nuestras fronteras, se habla muchísimo mejor el castellano ( o el español, por qué no) que en nuestro país. Entre los sms, el «spainenglish» y tanto nacionalista cerrado en banda, estamos perdiendo una de las mayores y mas valoradas joyas de la corona, nuestro idioma. Ahora, el que pueda (y seguro que la mayoría corresponde a la clase media-alta, políticos, empresarios, etc.) tiene hijos políglotas (con el español, por supuesto), los curriculums con tres o cuatro idiomas. El resto de los españolitos, al colegio públicos y mejor si sólo habla la lengua de la Comunidad Autónoma. Pero dónde se ha visto, cuando todo el mundo busca el estudio del bilingüismo, ahora los mas listos se cierran al estudio de la lengüa local… si muy listos. Así nos va. Que pena…
Ángeles Arencibia
Carmela: Sí, a mí también me da pena cuando leo u oigo según que cosas…, si leyéramos más…