Esta mañana he escuchado a la consjera de Bienestar Social del Gobierno de Canarias, Inés Rojas, en la radio. Entre otras muchas cosas, dijo que había hablado con Aminatu Haidar, la mujer saharaui en huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote, en uno de sus constantes ires y venires de la isla, que es la suya de residencia.
Lo que me llamó la atención es que precisara el hecho de que la entrevista se había celebrado en privado, «sin llamar a los periodistas».
La importancia de la publicidad en nuestra sociedad, no como hecho comercial, sino como acción de hacer público algo, se está apropiando de tal manera de todo, que casi diría que es la principal característica de la era que vivimos.
Si no se hace público, no existe. Parece que es más sustancial el que se vea que el que sea. Hasta tal punto es así, que las mentiras también pueden ser noticia. Y no lo digo por el desgraciado caso del joven Diego, un error por el que nos hemos disculpado todos, sino por otras mentiras que me parecen mucho más peligrosas: las que son a medias y cuesta mucho distinguir de la verdad.
No llamó a los periodistas
Publicado en: actualidad, en primera persona
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