Una vez recuperado el aliento gracias al tino ( o al miedo) de los griegos intento olvidarme de Doña Crisis (por qué será un término femenino) y volver a los asuntos cotidianos, a la micro realidad, que es lo que me gusta.
Me encontré ayer con una buena amiga con la que habitualmente no tengo un minuto para intercambiar más de una par de palabras por las circunstancias en que nuestras vidas se cruzan. Nos vemos mucho, pero de refilón, corriendo, como dos relevistas que se intercambian el testigo en una prueba de atletismo.
Este domingo tuvimos un par de minutos más y, entre otras cosas, hablamos de lo que se enrolla la gente. Nos reímos poniendo ejemplos de los prólogos interminables que ponemos cuando nos hacen una pregunta. Nos dicen:¿hace frío? y nosotros nos remontamos al pleistoceno antes de llegar al quid de la cuestión: No, no hace frío, respondemos al fin, cincuenta miunutos después con nuestro interlocutor al borde de un ataque de ansiedad.
Tengo muy cerca de mí a una persona muy impaciente que en estas ocasiones suele utilizar la muy atinada fórmula de: «¡Titulares, titulares!», deformación profesional- pues es colega- del popular «¡Al grano!».
Por lo que cuenta alguno de ellos, los médicos son una de las profesiones que más sufren esta incontinencia verbal, en realidad, según opina mi amiga, un síntoma de la necesidad que tenemos todos de que nos escuchen.
Hace unos meses estuve en Cáritas para hacer un reportaje con sus responsables. Me explicaron que a veces sólo pueden escuchar las historias de las personas que llegan a pedirles ayuda y me subrayaron lo importante que puede ser este gesto.
Escucharnos unos a otros quizás sea una buena medicina para estos tiempos de desazón. Es barata y sencilla y parece rentable. Justo lo que necesitamos: cosas baratas que sean efectivas.
No se enrolle
Publicado en: en primera persona
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Sergio Naranjo
En medio de fútbol, telebasura, materialismo y reduccionismo estúpido, precisamente de eso barato y sencillo es de lo que, al menos yo, estoy muy necesitado. Con todos mis contactos sociales, invitaciones, saludos… Y no me hace falta sino algo de cháchara que no venga impuesto por una tendencia actual.
Por cierto, si la condición femenina de la crisis no te hace gracia, recuerda el peor de sus desencadenantes: El poderoso caballero que es don Dinero. Si fuera por mí, yo le cortaba…
ELIA
¡¡¡Que bonito , Angeles , escuchar a las personas!!!!!
Y de verdad que lo agradecen porque lo necesitan .En muchas ocasiones no tienen con quien hablar .
Si todos fueramos un poquito mejores , algo cambiaria .
Me sigue gustando tu blog .
Ángeles Arencibia
Jaja Sergio, Perdona por haber tardado tanto en publicar tu comentario.
Ángeles Arencibia
Y a mí que lo leas.