La capacidad de algunos políticos para mantener que una cosa blanca es negra me sigue causando estupor a pesar de que por mi trabajo ya llevo años de contactos más o menos intensos con la especie.
No son todos iguales, desde luego, pero hablo de una categoría abundante. Desconozco si el político fabulador nace o se hace, pero sí que hay algunos que son unos verdaderos campeones. Te miran a los ojos y te dicen con dulzura que, desde luego, la Tierra es plana.
El mundo se hunde, pero ellos sostienen que todo va fenomenal, sobre ruedas. La gente no tiene trabajo y el paro galopa como un mustang desbocado, pero ellos argumentan que en realidad lo que ocurre es que se están creando empleos. Hay que saber leer la estadística, dirán a poco que los apures.
Ya se sabe que todo en esta vida es relativo y que depende del color del cristal con que se mira, como dejó dicho don Ramón de Campoamor, pero hay cristales y cristales. Y una cosa es el optimismo o el punto de vista y otra, la mentira, la irrealidad, la invención.
Como soy optimista, me convenzo de que el político fabulador tiene los días contados en buena medida gracias a las nuevas tecnologías que han democratizado los canales de expresión y también gracias a la crisis. Las vacas flacas no han hecho más exigentes y ahora tenemos más interés en fiscalizar a los que nos administran. No perdonamos una. Nuestra arma es la información.
(Este artículo lo publiqué este martes en el periódico. Lo pongo aquí por si interesa en el mundo virtual)
Pero si es blanco, señoría
Publicado en: actualidad, politica
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