Óscar y su extensa familia

Hace semanas que quiero escribir de este caballero. Se llama Óscar Gutiérrez Ojeda, y a mediados de diciembre unas doscientas personas casi le provocan un soponcio. Fue en un hotel de Las Palmas de Gran Canaria, en un salón para eventos donde a la chita callando se le preparó un homenaje. Y don Óscar, que creía que iba a una cena de su despacho, se topó de golpe con las doscientas que los recibieron al grito de. «¡Alegrándonos!».
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El saludo era una clave para iniciados, porque solo los que lo conocen – que son muchos- saben que don Óscar siempre saluda así: «Alegrándome». El secreto es que es verdad que se alegra, porque don Óscar es un personaje que disfruta con la gente en general. Conoce a muchísima, porque es muy sociable, y nunca tiene ese trato distante propio de algunos menos capaces que él. Va por ahí alegrándose de los encuentros que le depara la vida y consigue que todos y cada uno de su legión de amigos sientan que en él, en verdad, tienen un amigo.
Fuí a este homenaje y uní mi voz a la de los otros para lanzar el grito de guerra, porque conozco a Óscar desde hace ya una partida de años gracias a mi amistad con sus hijas y tengo muchas razones para alegrame con él. Es un hombre poliédrico por sus afanes, pero el que aquí interesa es el que provocó el homenaje del casi soponcio. Se llama Adepsi, y aunque el nombre como nombre no es de los que enamoran, esconde bajo sus siglas una fantástica aventura que empezó en 1982.
En ese año, Óscar y otras personas, padres todos de personas con discapacidad intelectual, decidieron que sus hijos y otros como ellos tendrían una vida. Se pusieron manos a la obra y hoy Adepsi es un pedazo de organización, que ellos prefieren llamar familia, experta en descubrir las capacidades de los discapacitados, como le gusta decir a su presidente, que es lo que ha sido Óscar durante todos estos años.
Aquella aventura que empezó en un piso de alquiler en Escaleritas da hoy trabajo a muchas personas condenadas entonces a no salir de casa; independencia y hasta amores, que en eso consiste la vida. El camino no ha sido fácil, como dejó dicho María Eugenia Palmás, la gerente de Adepsi, en la cena. «Quien nos iba a decir cuando comenzamos que llegaríamos a ser una organización grande, promotora de otras tres entidades, y que abarcaríamos sólo en Asociación Adepsi a más de 88 profesionales, 220 familias, 107 personas atendidas diariamente, diez voluntarios y con un trabajo de formación e inserción a todas las discapacidades que atiende a más de mil personas», recapituló Palmás aquella noche.
Hay mucha felicidad en estas cifras. Te lo aseguro porque conozco a algunos de esos señores y señoras que forman la familia Adepsi. Muchos de ellos asistieron al homenaje del casi soponcio, para darle las gracias a Óscar, por tanto años y tantas cosas.
Él anda ahora entregado a su faceta literaria. Ya ha escrito dos libros (De cuando era un chiquillo y La Jarca) y me temo que hay otro en camino, porque este es un hombre con mucho ímpetu que no sabe estarse quieto.
(En la foto de Franscisco Socorro, Óscar bromea con Lucía y la monitora Saro, en la sede de Adepsi. La imagen es de septiembre de 2007)

3 Comentarios

  1. elia
    | Responder

    ALEGRANDOME muy mucho de conocer la maravillosa labor de Oscar.
    ALEGRANDOME MUY MUCHO DE QUE EXISTA TAN BUENA GENTE.
    AGRADECIENDOTE que nos ayudes a conocerlos.
    Ya sabes que soy «de lagrima facil» pero este tipo de asuntos me emocionan.

  2. Mª Eugenia Palmás Urtaza
    | Responder

    Felicidades por el artículo, y gracias a ti por tener esa sensibilidad para con nosotros «La Familia ADEPSI».

  3. totoyo
    | Responder

    Sí señor, con don Óscar se rompió el molde. Un gran hombre, un gran ejemplo. Y un divertidísimo escritor, agregaría.

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