Al tabaco ni agua

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Con razón o sin ella, lo cierto es que mi condición de exfumadora me inclina a sentirme con más derecho a opinar sobre la ley del tabaco que otros que nunca han encendido un pitillo.
Como argumento es una tontería, lo sé; pero no lo puedo evitar. Para algo tiene que servirme tanto años de quemar dinero, toses mañaneras y aroma a eau de cenicero.
La ley del tabaco y el derecho o no a fumar donde a cada uno le dé la gana es motivo de discusiones sin final en muchas páginas web y otros lugares de Internet. Pasa como con los perros: todo el mundo tiene una opinión, porque todo el mundo lo ha sufrido, por activa o por pasiva.
Hay quien lo ha sufrido en el grado mayor porque ha perdido a alguien querido que aún seguiría vivo si no hubiera fumado. Desde ese nivel máximo de sufrimiento hasta llegar al que le molesta que su interlocutor huela a cigarrillo, hay una amplia gama de males,
Las maldades del cigarro son numerosisimas. Pero bondades no encuentro ni una. Y fui una gran fumadora, así que sé lo que vale un cigarrillo después del café o al terminar ciertos ejercicios gimnásticos. Pero ni así, ni recordando eso que sabes que recuerdo, podría hablar de una bondad del cigarrillo. Sencillamente, porque ahora sé que todo me gusta más sin humo.
A mí todo eso me ha costado muchos años aprenderlo y lo he entendido después de dos décadas de comprar cajetillas de tabaco y perder mecheros. Todo porque a mí me tocó nacer y vivir hasta cerca de los 40 en una sociedad donde fumar estaba bien visto. Tanto, que se fumaba hasta en la consulta del médico, en clase, en la televisión, junto a un recién nacido o en la habitación de hospital de un enfermo del pulmón.
Ahora, los niños, los jóvenes, los que vengan después y nosotros mismos vivimos en una sociedad hostil al tabaco y eso está muy bien.

Photo credit: kconnors from morguefile.com

6 Comentarios

  1. ELIA
    | Responder

    Siiiiiiiiiiiiiii esta muy bien la hostilidad hacia el tabaco,pero sin dejar de respetar a los fumadores.Nosotras lo fuimos y tenemos muy claro, clarito lo que nos costo dejar de serlo.
    Tanta Prohibicion no creo que sea bueno.Pienso por ejemplo en alguien que este ingresado en un hospital , esto tendria que contemplarse , no puede salir al exterior a zonas donde este permitido,el otro dia mencionaban al centro de paraplejicos de Toledo , pues igual que las carceles son una excepcion,deberia serlo tambien.

  2. ELIA
    | Responder

    Siiiiiiiiiiiiiii esta muy bien la hostilidad hacia el tabaco,pero sin dejar de respetar a los fumadores.Nosotras lo fuimos y tenemos muy claro, clarito lo que nos costo dejar de serlo.
    Tanta Prohibicion no creo que sea bueno.Pienso por ejemplo en alguien que este ingresado en un hospital , esto tendria que contemplarse , no puede salir al exterior a zonas donde este permitido,el otro dia mencionaban al centro de paraplejicos de Toledo , pues igual que las carceles son una excepcion,deberia serlo tambien.

  3. AM
    | Responder

    Estimada Ángeles,
    Me gustó el artículo, pero ¿Qué pasa con los empresarios que en su momento habilitaron sus locales para poner la zona de fumadores?.

  4. Juan Rey
    | Responder

    Tienes toda la razón. Yo hasta hace poco estaba en contra de la ley por los hosteleros. (Aquellos que hicieron obra en 2005 para adpatar en su local un área de fumadores ahora se comen los mocos) pero reconozco que es un PLACER salir por ahí y que no te cueste respirar, que no te atufen y llegar a casa sin oler a tabacazo. ¡¡Vivir sin humo es genial!! y yo también fui fumador…

  5. Mateo
    | Responder

    Efectivamente, la entradilla de su post «como argumento es una tontería». Yo no he fumado nunca, al menos «en serio», pero siempre he defendido mi derecho civilizado para hablar del tema. He tolerado con santa paciencia a amigos, enemigos, conocidos y familiares fumar en donde les venia en gana, tragándome sus humos y haciéndome la vida por momentos muy muy difícil, ya que los efectos permanecían a veces en mi organismo varios días después de una fuerte exposición (irritación de ojos, garganta, tos, etc., sin hablar de los efectos sobre mi ropa). Lo he tolerado incluso en casa, con alguna compañera sentimental. Me cuesta encontrar a alguien tan tolerante como yo ante este tema, que nunca he demonizado a los fumadores. Me alegra que usted al fin haya visto la otra cara de la moneda, espero.
    Un saludo

  6. HELEN
    | Responder

    Efectivamente, todos los días, en cualquier momento nace un debate en cualquier lugar del país; yo ya he participado en varios desde el lado de los «intransigentes» que no soportamos el humo. Soy exfumadora, y me alegro infinitamente de serlo, y pido perdón a todo el que en su día molesté con mis humos, hoy me avergüerza, fíjate. Y ese argumento de las libertades… ¡por dios, no se sostiene! porque NADA QUE PERJUDIQUE LA SALUD DE LOS DEMÁS PUEDE SER UN DERECHO DE NADIE. Que a los fumadores hay que respetarlos, pues claro, como a todas las personas de este mundo. Que no son apestados… pues claro que no, que también hay mucha susceptibilidad. Que a los hosteleros la Ley les viene mal, pues a algunos sí, porque es posible que la gente consuma menos y pase más tiempo en la calle, pero a otros les ha venido bien, porque les vienen nuevos clientes que antes huían del humo. Que a las generaciones venideras les vendrá fenomenal, pues sí, imagínenselo.

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