Un trozo de pan duro

No hay nada más triste que un blog abandonado. Ésta idea se me acaba de ocurrir esta mañana soleada de sábado al disponerme a atender la sugerencia de mi amigo Javier, que anoche me llamó la atención por la inactividad de este blog.
Dice él -y yo no lo discuto- que éste ha sido uno de los periodos más largos de abandono -de teclas caídas podríamos llamarlo- en la historia del Virtualario.
Le agradezco el empujón porque, si no, no sé a dónde habría ido a parar:¿ A la rendición total, quizás?
No me fallan ni las ganas ni las ideas -buenas, malas o regulares siempre hay alguna-; me falla el momento. Encontrar el momento, quiero decir.
Prueba de ello es que tengo varias fotos en mi teléfono hechas ex profeso para ilustrar esas ideas que se me van ocurriendo.
Y dicho todo esto llegamos al pan duro que ilustra esta entrada.
Lo que se ve es parte del salpicadero de mi utilitario y un trozo de pan duro que estuvo allí depositado desde la mañana hasta la tarde del viernes y se paseó conmigo por toda la ciudad y parte del extrarradio.
No lo tiré hasta que mi hija mayor me hizo caer en la insensatez. Llegó a obligarme a que lo tocara para que comprobara con mis propios dedos que aquello era una piedra.
Esta crisis económica tan larga y persistente no está calando en los huesos y nos está cambiando hábitos. Al menos eso veo yo a mi alrededor.
Siempre he tendido más hacia la austeridad que hacia el derroche, y en los últimos años el fiel de la balanza se ha ido inclinando más hacía lo primero que hacia lo segundo por razones obvias. Pero nunca pensé que mi conciencia ahorradora, incrustada en los huesos por mi madre, iba a llegar tan lejos.
pan.jpgVuelvo al pan y a la escena en mi coche, a cuando mi hija me preguntó con mucho aspaviento :»¡Mamá! ¿qué hace este pan duro aquí?»
Reconozco que no tuve valor para confesarle que había decidido tirarlos unas horas antes y que me había arrepentido en el último minuto porque pensé que era una pena no aprovecharlo, que hasta ese modesto trozo de pan duro podía tener un destino mejor que el vertedero.
Rápida y evagélicamente, relacioné pan y peces y pensé que ya encontraría el momento para asomarme a cualquier muelle y tirar el alimento a un sitio donde sería, sin duda, aprovechado.

4 Comentarios

  1. Javier
    | Responder

    Gracias por volver tan «rápido»

  2. Pedro
    | Responder

    Cualquier abandono es triste. Aunque los momentos imponen su tiranía, un acontecimiento sencillo puede darle vida al blog y animar a la flora silvestre de lectores que ha enraizado entre la letras del Virtualario.
    Es una buena idea dárselo a los peces; te lo agradecerán a su manera: haciéndote pasar un buen rato mientras detienes la rutina para contemplarlos, …es una bonita excusa para contemplar la Vida. La de cosas que se pueden hacer con un trozo de pan duro, …eso sí, hay que evitar la primera tentación de tirarlo a la basura, hay que ejercitar el raro arte de la reflexión.
    Saludos.

  3. Gracias a tí Javi.

  4. Esther Arencibia
    | Responder

    Insuperable el pan duro, apoyo lo de los peces

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